Nacemos para crecer, vivimos para crearnos.
La vida y la muerte, en las dos formas es una “ENTREGA”. La vida es un nacer continúo, y la muerte es un final para un nuevo renacer. Cuántos de nosotros somos conscientes de esa entrega, entregarse sin intentar controlar la situación. Parece casi imposible, sobre todo en momentos donde realmente son difíciles de trascender.
Si entendemos que somos seres ilimitados teniendo una experiencia humana, que la mente juega su papel y nos condiciona, y que cuando esto ocurre, no debemos actuar ni pensar desde el impulso, todo puede ser más claro y no hay derroche de energías necesarias para nuestro propósito.
Muchas veces ocurre que, al hallarnos en una situación de vulnerabilidad, porque estamos distraídos o estresados, y nos provocan con algo que nos desarticula, cedemos a lo que primero que llega a la mente, buscando el control de la supuesta realidad. Nos quedamos en la escucha del pensamiento limitado y te sometes a la fuerza del yo, el que lo puede todo.
Y este es un panorama lamentable porque se sufre mucho, la confusión mental y las emociones negativas afloran lastimándote más y más.
Hasta que algo sucede para darte cuenta que no hay manera de controlar, sino soltar y confiar, a lo que denomino -ENTREGA- a confiar en uno y en ese Ser Superior que habita dentro de cada uno, y permite darte las experiencias para tu evolución. Y que todo este recorrido que a todos nos toca con el cuerpo, mente y espíritu no sea en vano, si no una gran oportunidad.
… en realidad nacemos para crecer, vivimos para crearnos, y durante este caminar, nos da la posibilidad de ir sanando nuestras historias y memorias ancestrales hasta tropezar con el propósito de nuestra existencia.
Cada día es un día más de regalo que cada uno de nosotros tenemos y experimentamos, ¿por qué oscurecerlo?
